ERC y JxCat exacerban su impotencia política

Los conflictos entre las dos corrientes mayoritarias del nacionalismo catalán bloquean al gobierno de coalición

La coalición entre el PSOE y Unidas Podemos logró convertirse en gobierno gracias a la abstención de los nacionalistas de Esquerra Republicana de Catalunya (13 parlamentarios) y de EH Bildu (6 parlamentarios). En segunda vuelta los 167 diputados que votaron por la coalición solo superaron por dos votos al bloque que votó en contra. JxCat y las CUP votaron en contra junto a ese bloque. A poco más de un mes de la investidura de Pedro Sánchez la cuestión de Cataluña, cuya negociación fue pactada con ERC a cambio de sus votos, está atascada. El PSOE acordó con ERC la convocatoria de una mesa de negociación entre el Gobierno central y el de la Generalitat. Pero en el camino de este objetivo se erige la muralla del President Quim Torra, que ejerce un papel preponderante dentro de JxCat junto con Carles Puigdemont. Esto no oculta, sin embargo, la existencia de profundas grietas dentro de ese frente político en el cual Torra y Puigdemont participan por Crida Nacional per Catalunya. Los sectores más conservadores, originarios de Convergencia Democrática de Catalunya, agrupados en el PDeCAT mantienen discrepancias considerables con esos dos dirigentes.

Torra en los hechos intenta descarrilar la convocatoria de la mesa de negociación entre el Govern y el Gobierno. Las divergencias entre ERC y JxCat se hicieron ostensibles de forma brutal tras refrendar el Tribunal Supremo la retirada del acta de diputado a Torra por el episodio de los lazos amarillos en un procedimiento instado por la Junta Electoral. La mesa del Parlament aceptó el trámite de revocar el acta y el presidente del Parlament, Roger Torrent de ERC, convalidó el acto de exclusión del President junto con el resto de los parlamentarios de su partido. La respuesta al desaire ha sido la convocatoria de elecciones generales en Cataluña “probablemente para marzo”. Antes Torra fijó como objetivo la aprobación de los presupuestos generales de la comunidad autónoma.

La convocatoria de unas elecciones al Parlament era un objetivo que ERC pretendía provocar a la brevedad posible porque aspira a ganar las elecciones y lograr la investidura de un candidato propio. Torra le puso las cosas fáciles, ya que en lugar de apelar a la movilización de masas por la liberación de los presos políticos catalanes por el fallido referéndum del 1 de octubre de 2017 y por la autodeterminación de Cataluña, decidió llevar adelante una protesta individual colocando lazos amarillos en la fachada de la Generalitat. La retirada de su acta probablemente sea el preludio al olvido político de este dirigente en el contexto de la nueva situación política creada por la investidura de Sánchez y la formación de su gobierno. Si las fuerzas centrífugas operan sobre JxCat y esta se fractura, su estrella se eclipsará.

Pero en cualquier caso todas las encuestas dan a ERC como ganadora de unas elecciones. Esta última formación ha optado por la vía “negociadora” en el camino a la autodeterminación. Parte del supuesto que la independencia de Cataluña carece de una mayoría efectiva y afirma que luchará por lograrla sin abandonar sus objetivos de autodeterminación (según declaraciones de Oriol Junqueras desde la prisión). Todo indica que el centro de la negociación con el gobierno de Sánchez será la obtención de mayores transferencias de competencias y recursos financieros a Cataluña en el camino de la pretendida “soberanía nacional”. JxCat no tiene una vía alternativa, salvo la de seguir empujando en favor de un referéndum que en cualquier caso dependerá de que el gobierno del estado español condescienda a su realización. Pero ambos partidos nacionalistas apelan mientras, como lo han hecho en el pasado, a recortar el gasto público en sanidad y educación para controlar el déficit de su administración.

Tanto ERC como JxCat pretenden la convocatoria de un referéndum en el que se refrende la creación de una república burguesa separada de España. Es decir una formación política en la cual las leyes del capital sigan sojuzgando a los trabajadores catalanes. Como partidos políticos han demostrado de forma fehaciente que en última instancia no están dispuestos a que la movilización de masas tome la iniciativa por encima de sus propias limitaciones, porque eso pondría en cuestión su pretensión de dar una organización burguesa a una república independiente. La idea de que sumar fuerzas a las iniciativas de las organizaciones independentistas es promover el derrumbe del estado capitalista español es una fantasía que encadena a los trabajadores de Cataluña al carro de la pequeño burguesía nacionalista. Este es el papel que han jugado y juegan claramente las CUP y las otras organizaciones de la izquierda que se reclama revolucionaria y pretende promover una república socialista catalana mediante la separación del resto de España influyendo sobre las CUP y los Comités de Defensa de la República (CDR) supeditados al mandato de los partidos pequeño burgueses.

Los dirigentes nacionalistas han demostrado de forma palmaria que sus métodos son los de la impotencia. Tras el frustrado referéndum del 1 de octubre de 2017 hicieron la finta de promulgar la república independiente de Catalunya, pero en el mismo acto, realizado fuera del recinto parlamentario, la dejaron sin efecto a la espera de los acontecimientos nacionales. Es decir condenaron al movimiento en su conjunto a la operación represiva de la burguesía centralista española. Señalar las limitaciones de los independentistas, no es defender a la burguesía centralista. Muy por el contrario es promover la lucha democrática en contra del procesamiento de los dirigentes nacionalistas, y parte necesariamente de la denuncia de la aberración que ha supuesto el procesamiento judicial de estos dirigentes inspirado por la burguesía centralista, exigiendo su inmediata liberación. La lucha sin concesiones por los derechos democráticos implica la movilización por la inmediata liberación de los presos catalanes y por el derecho a la autodeterminación de Cataluña.

El GIO propone a los trabajadores catalanes la organización en un partido obrero independiente de la burguesía y de la pequeño burguesía, en la defensa de los intereses propios del proletariado. Una organización de clase para impulsar una República Socialista de Cataluña dentro de una Federación de Repúblicas Socialistas Ibéricas. La única posibilidad de abrir el camino al triunfo de un objetivo de esta naturaleza, para erradicar la explotación capitalista de los trabajadores, es basarla en la acción solidaria de los obreros de todas las regiones de España en la lucha por una Asamblea Constituyente con poderes absolutos que organice a las naciones del estado español sobre estas nuevas bases.

Por un partido obrero independiente

Basta de maniobras parlamentarias estériles

Por la inmediata liberación de todos los presos políticos y luchadores sociales

Por un Federación de Repúblicas Socialistas Ibéricas

Por una Asamblea Constituyente con Poderes

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